A veces al amor no hay que nombrarlo... A veces al amor no hay que nombrarlo, su nombre emerge naturalmente, no hace falta ponerlo en evidencia, porque ya en la misma vida flota su esencia... No necesita señalarse, se señala a sí mismo con tan sólo reconocer en la luz su magnetismo... A veces surge del mismo aire, sus átomos se acercan y en ellos se huele la maravilla de su ciencia... Otras caminas y sientes sus pasos, los pasos del amor que te siguen, con sus mágicos colores... Si escuchas el mar entonces, te convertirás en ola enamorada, no hace falta nombrarle porque su fuerza la encuentras en cada partícula de arena, en cada piedra, en cada playa a la que el mar, ardientemente besa... Ni te hablo de la luna, redunda en amores la señora de la noche, aparece con su brillo pidiendo una caricia, y las estrellas a ella entera se brindan... A veces al amor no hay que nombrarlo... se nombra por sí mismo, es parecido al paraíso, es cercano a los abrazos que te podría dar tu ángel... Dejemos que se mezcle libremente, en todo lo que habita la vida, dejemos que se exprese sútilmente, sin nombrarlo, sin decir aquí está el amor, porque su presencia es la vida misma... Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman 11.11.2011 Todos los derechos reservados |
sábado, 12 de noviembre de 2011
A veces al amor no hay que nombrarlo...
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