sábado, 12 de noviembre de 2011

A veces al amor no hay que nombrarlo...


A veces al amor no hay que nombrarlo...

A veces

al amor

no hay que

nombrarlo,

su nombre

emerge

naturalmente,

no hace falta

ponerlo en

evidencia,

porque ya

en la misma vida

flota su esencia...

No necesita señalarse,

se señala a sí mismo

con tan sólo

reconocer en la luz

su magnetismo...

A veces surge

del mismo aire,

sus átomos se acercan

y en ellos se huele

la maravilla de su ciencia...

Otras caminas

y sientes sus pasos,

los pasos del amor

que te siguen,

con sus mágicos colores...

Si escuchas el mar

entonces,

te convertirás

en ola enamorada,

no hace falta nombrarle

porque su fuerza

la encuentras

en cada partícula de arena,

en cada piedra,

en cada playa a la que

el mar, ardientemente besa...

Ni te hablo de la luna,

redunda en amores

la señora de la noche,

aparece con su brillo

pidiendo una caricia,

y las estrellas a ella

entera se brindan...

A veces al amor

no hay que nombrarlo...

se nombra por sí mismo,

es parecido al paraíso,

es cercano a los abrazos

que te podría dar

tu ángel...

Dejemos que se mezcle

libremente,

en todo lo que habita la vida,

dejemos que se exprese

sútilmente,

sin nombrarlo, sin decir

aquí está el amor,

porque su presencia

es la vida misma...

Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman

11.11.2011

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