Tengo una pena,
pena rebelde
que no entiendía razones,
pero al fin, está madurando
en mi pecho, lentamente.
Pena caprichosa
que se afianzó celosa,
no quería ser adulta,
pero al final
logró madurar.
Está madurando
porque ya no duele tanto,
se está haciendo grande,
se terminará por marchar.
Así como los hijos
toman su camino,
cuando cicatrizan
todos los Edipos,
así mi pena,
de niña confundida,
pasó a ser mujer,
grande y asumida,
pasó a comprender
que si no crece,
y de mi alma se desprende,
terminará con mi ser,
no lo dejará crear,
no lo dejará crecer.
Tengo una pena
que ya no duele tanto,
a fuerza de llorar
sobre ella, con todas
mis fuerzas,
está madurando,
por eso es que mi alma
la ve como se pierde,
muy suavemente,
para dejarme en calma...
Es que ya mi pena
de niña no tiene nada,
es vieja, muy vieja
esta pena mía
que de a poco se marcha...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman
26.10.2011
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