Hoy me enfrenté
con mi ambición,
la miré de frente,
debo reconocer
que su rostro,
me asustó...
No la conocía bien,
nunca le presté
debida atención,
pero hoy al
tenerla latente,
al soltarse
como caballo dislocado
de mi alma, de mi mente,
no tuve más remedio
que conversar con ella,
que arriesgarme
a conocerla...
Qué momento más atroz,
medir su alcance
para cotejar si ella,
mi ambición,
es de las que
empujan como disparador
de logros en la vida,
o es de las que
quieren acaparar sin medida
poder, fama, y convertir
nuestras almas,
en carroña humana
para conseguir
a costa de cualquier cosa,
lo malamente ambicionado...
Ambición, hoy que viniste
a golpear mi puerta,
te hice pasar, te observé
dispuesta a no echarte,
pero sí a interrogarte
por tu predisposición...
Ambición, yo siempre
te ignoré, como posibilidad
de ser en ti,
nunca te incorporé
a mi registro de actitudes,
pero pienso que negarte
por temor a conocerte,
no es lo que me conviene...
Ya que has entrado en mí,
trataré de reconocerme
en tu origen,
tendré el valor de asumir
de qué tipo es mi ambición,
si eres un deseo compulsivo,
a tener lo que no es mío,
o si perteneces a ese impulso,
que lleva a la voluntad
del alma
a crecer desde sus raíces
con fuerzas, con agallas...
Ambición, que trabajo duro
me das,
ahora que me dices
en la cara,
que yo también te tengo
como cualidad,
todavía no sé,
si buena o mala...
Ambición, creo que en mí,
siempre fuiste el amor,
y en cuanto a tu accionar,
fuiste el punto inicial
para convertirte
en el disparador de mi voluntad
de ser siempre yo...
Ambición, como disparador de
logros,
te reconozco hoy...
Y si por casualidad, encontrara
profundizando dentro mío,
un trozo de esa ambición negativa,
espero que no sea tan grande,
que tape a mi ser,
ese hálito de vida que me hace
vivir para crecer, crear y querer...
Autoría: Raquel Norma Smerkin Roitman
29.10.2011
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